Actualizado el viernes, 23 diciembre, 2022
Hubo un tiempo en que los países árabes convivieron como hermanos. Alcanzaron la unidad. Tomaron decisiones importantes, y sobre todo, actuaron en defensa de su población. Y juraron con sangre, destruir cualquier amenaza que socave esa unidad. Pero ese titánico esfuerzo fue efímero, y murieron en el intento, y de ahí entraron en una espiral de violencia fratricida que sigue sangrando hasta el día de hoy.
En ese histórico intento se enfrentaron, como un único cuerpo, al estado de Israel, y por consiguiente, a todos sus aliados occidentales, en defensa del pueblo de Palestina. Una cuantas guerras en la segunda mitad del siglo pasado, estuvieron a punto de provocar una tercera guerra mundial. Pero aquel cuerpo unido, y a la vez extraño, paulatinamente se fue diluyéndose como un terrón de azúcar. Todos aquellos países árabes que combatieron al estado sionista, sucumbieron al final, de forma directa o indirecta, a los intereses de ese enemigo común. Excepto uno: Argelia. De ahí, ese afán desesperado del estado hebreo por destruir a ese acérrimo enemigo. Por las buenas, o por las malas.
Israel ni olvidó ni perdonó aquella unidad, y lejos de abjurar de su decisión, comenzó una campaña silenciosa por destruir desde dentro cada uno de esos estados. La primera pieza del abalorio árabe en caer fue Egipto, que reconoció oficialmente a la entidad sionista. Luego Jordania. Hasta llegar a la reciente cascada de países árabes en reconocer de forma oficial a Israel: Emiratos Árabes Unidos, Bahréin, Sudán, Marruecos (aunque este nunca ocultó su cercanía y servidumbre a al país judío). Y los que no entablaron relaciones con Israel, fueron hechos trizas, mermando toda su capacidad para un futuro enfrentamiento al país hebreo. Pongamos que hablo de Libia, Siria, Iraq, Yemen, etc… sumergidos en guerras, miserias y divisiones.
Solo quedaba un país. Un solo Estado. Una sola nación, que se mantuvo firme en su posición y su rechazo al estado ocupante del territorio de Palestina. De esa forma, Argelia se convirtió en la bestia negra, no solo de Israel, sino, casualidades de la vida, de esas mismas naciones que se rindieron y entraron en la órbita de la influencia del sionismo. E incluso, se les escapó la oportunidad durante la “década negra” de los noventa, cuando Argelia sufrió la atrocidad del terrorismo y la inestabilidad social, política y económica. No había rendija posible para penetrar en esa nación árabe del norte de África. Hasta ahora.
Vista la imposibilidad de hacerle las zancadillas a Argelia, Israel optó por su sempiterno amigo: Marruecos. Y este, gustosamente, aceptó ser el caballo de Troya; y abrió de par en par sus puertas para que los israelíes estuvieran lo más cerca posible de su histórico enemigo. Y de paso, asestarle el golpe que acabaría con el único país de aquella unidad, que se mantiene de pie, cohesionado y firme en sus posiciones.
Ante tal coyuntura, Argelia puso fin a la constante deshonestidad de Marruecos, y después de tantos años tolerándole todo tipo de fechorías, ha decidido tomar una política más estricta en legítima defensa. De ahí, esa serie rápida de decisiones: cerrar su espacio aéreo, ruptura de relaciones, la no renovación del gasoducto Magreb-Europa… y lo que en los próximos días vendrá.
Argelia se siente amenazada, y está preparada para defenderse, y a poner las dos mejillas por los valores que siempre ha defendido en pro de la unidad del mundo árabe, y de todos los pueblos oprimidos. Pero tal vez, lo que más le ha dolido a Argel, es que el golpe traicionero haya venido justamente de un vecino con el que comparte religión, frontera, idioma, cultura, como es Marruecos, permitiendo que Israel, y todos aquellos que odian a Argelia por sus compromisos y firmezas, puedan estar a su puerta.
Pero a pesar de todo, y conociendo la valentía y el heroísmo del pueblo argelino, esa nación seguirá siendo la roca impermeable y erguida a Israel; mientras Marruecos seguirá siendo lo que siempre ha sido, el hermano traidor, miserable y ruin que quiso vender su alma desalmada a cualquier postor, y al precio más mísero. Y por tal razón, pagará las consecuencias de lo que a partir de ahora sucederá.
Siempre con Argelia…
Salamu Hamudi Bachri

