Actualizado el sábado, 24 diciembre, 2022
Ver, oír y leer lo que se ha estado publicando en los últimos días y en todo tipo de medios, dejando a España en mal lugar y sin apenas taparrabos que nos evite la miserable visión de sus vergüenzas, es sencillamente deplorable e inaceptable. Entre el zoo político de cagalera pánica y la fauna tertuliana desprovista de escrúpulos, el majzén marroquí hace de las suyas y hace y deshace como Pepito por su casa.
La embajadora, cínica y reconvertida en carnaza, amenaza y el miramamolín escupe su vómito saturnino de inocentes desesperados sobre Ceuta y Melilla. ¡Eso sí!, sin olvidarse de tenerles bien trufados de un buen puñado de espías y agentes palatinos. La peña se empeña en tergiversar la realidad saharaui. Unos cuantos mercenarios de quita y pon hablan de que la ONU ya no habla del referéndum.
Algún desalmado con el miedo todavía en el cuerpo aconseja aceptar la fagocitosis del Sáhara por Marruecos y, si acaso, mirar para otro lado. Otro, listillo de la pandilla y de mentalidad cuadrúpeda, analiza, reflexiona y concluye satisfecho que el Presidente saharaui es un terrorista. Uno de la esquina mezquina se atreve con la plebe, se embebe orgulloso de su ignorancia rancia y, a bocajarro, suelta “el Sáhara no fue España”.
Un correveidile consular de traición longeva se traviste de activista y se torna humano defensor de derechos humanos. Un politicastro vendido al enemigo del sur augura, entre aullido y aullido, mucha amargura para los beduinos genuinos que no entran en razón.
El patriota columnista de un periódico de tirada nacional resulta ser un quintacolumnista de primera y respetable converso a la religión del dirham. Y es que Marruecos los tiene viene calados, sin contar con que la cobardía y la codicia siempre fueron muy mala combinación, pues su más natural engendro suele ser la traición pura y dura.
La dignidad como valor humano que diferencia a las personas del resto de criaturas está medio desaparecida.
Viendo el circo montado por los desalmados del chisme y la calumnia que pululan cual virtuosos en su virtualidad desgraciada, ¡qué diría el digno y honorable Pedro Jover y Tovar? Él, que se quitó la vida ante lo que consideró trato indigno a España por parte de Francia en los tratados que delimitaban sus influencias, precisamente, en el Sáhara Occidental y en Marruecos.
En la realidad líquida, los chapuceros de lo superficial y volátil son los que se dan el chapuzón de la victoria en honor a la mediocridad. Mas, tiempo al tiempo, que a la madre del ladrón no le suele durar la alegría, y la realidad, lo que es la realidad sólida, es muy tozuda: el mundo está hasta las narices de que un Estado canalla como Marruecos viole continuamente el derecho internacional y torture y humille a una desamparada población saharaui; Mauritania ha vuelto a levantar cabeza y ya no permite que sea pisoteada por ese mismo Estado canalla; la tensión en Mali no es casual y tendrá muchas consecuencias en la región; dentro de poco, veremos grandes acciones militares en el Sáhara Occidental ocupado y, también, en el sur de Marruecos; las migajas del acuerdo del siglo para el Sáhara Occidental les estallarán en la cara a carroñeros de toda calaña y, si te he visto, no me acuerdo.
El majzén marroquí no es de fiar, pues tras dejar de cooperar con Alemania en materia de lucha antiterrorismo, ahora amenaza a España con hacer lo mismo si no se aviene a sus caprichos y a actuar descaradamente fuera de la legalidad internacional.
En fin, seguramente quedará en evidencia, todavía más si cabe, la insoportable cobardía del Estado español que, en sólo unas cuantas décadas, se ha ganado a pulso el título de Estado cobarde por antonomasia.
Y lo peor de todo es que Marruecos, el Estado canalla por antonomasia, ¡lo sabe! Lo sabe y, como cualquier depredador oportunista, lo aprovecha y actúa en consecuencia.
Larosi Haidar

