Actualizado el sábado, 24 diciembre, 2022
A finales de julio de 2019 tres políticos españoles coincidieron al unísono en sendos artículos periodísticos, en elogiar de forma desmesurada la figura del Rey de Marruecos, Mohamed VI. Zapatero, Rajoy y Moratinos, coincidiendo con el 20 aniversario de la entronización del monarca alauí, se desahogaron en una retahíla de adjetivos rimbombantes, que dan al lector la sensación de que la panacea de todos los malos de Marruecos (y son muchos) es el reinado del vástago de Hassan II.
Resulta que dos años después, la cruda verdad emergió sobre esos calificativos y convirtió todos los halagos en papel mojado. Paradoja de la vida. Mohamed VI había estado engañando al mundo, o el mundo se dejaba engañar por la gallardía del joven monarca y la cruel realidad confirmó lo innegable: Mohamed VI es el mismísimo mal de Marruecos. Lejos de modernizar, democratizar, estabilizar, progresar… el Rey de los pobres, como se le llegó a calificar, ha transformado su país en una ruina total: pobreza, retraso, marginación, nepotismo, clientelismo…y lo peor de todo: una nación sin futuro.
El reflejo de ese cataclismo político y social fue impreso inequívocamente el pasado martes 18 de mayo con la llegada de más de ocho mil marroquíes a las costas de la ciudad española de Ceuta. Bebés, menores, mujeres, jóvenes, optaron por un suicidio colectivo; por el mar; por lo desconocido; huyendo de un país que los tres políticos españoles describían como un “referente en modernización y democracia”.
Mohamed VI percibe a sus súbditos como andrajos humanos sin almas, sin dignidad, sin valor y sin patria. Porque aunque nos quieran confundir, toda decisión que se toma en Marruecos, es patrimonio exclusivo del monarca. Los demás son ejecutores. De ahí que sobre esta tragedia humana no hubo ni un ápice de crítica interna. Mutismo total en las casi decenas de partidos políticos, y lo mismo se aplica a los movimientos sindicales, y a la prensa.
Lo incomprensible y penoso llega cuando algunos, por omisión o connivencia, nos intentan convencer de un Marruecos moderno, cosmopolita y abierto, y en ese momento, echan en falta al pueblo saharaui, acusándole de no aceptar propuestas “acorde” a los parámetros de este siglo, afeándoles su compromiso y su determinación por querer crear un estado libre y soberano fuera de la órbita de un vecino “aliado, fiable y serio”. El último, pero no el único, de esos predicadores que saltan a la palestra en aguas revueltas, ha sido el ex ministro de Asuntos Exteriores de España, José Manuel García-Margallo, que en una entrevista con el diario español El Mundo, quiso hacer un trabalenguas con las cifras de censados saharauis para un referéndum de autodeterminación, dejando entrever que eso imposibilita la consulta, o que las aspiraciones del pueblo saharaui son algo obsoletas.
Analistas, políticos y medios de comunicación (léase ABC, La Razón, entre otros), que como Margallo, han sucumbido a los cantos de sirena de Marruecos, olvidan que un futuro Estado saharaui independiente y soberano es una solución viable y fiable. Un muro franqueable y de contención al constante chantaje y provocación del vecino del sur. Tanto es así, que los más expertos y los más prestigiosos think tanks en el tema así lo avalan.
Es más, grandes dirigentes que han pilotado durante décadas el destino de los Estado Unidos, y por ende, el mundial, reconocen sin tapujos que mientras no se resuelva el conflicto saharaui, no habrá paz ni estabilidad, ya sea en el norte de África, en el Sahel, o incluso en Europa. Hablo por ejemplo de James Baker (ex secretario de Estado de los Estados Unidos); John Bolton (ex asesor de Seguridad Nacional de EEUU); el senador James Inhofe; o el propio ex enviado de la ONU para el Sahara Occidental, Christopher Ross, que reconocen abiertamente que el Estado saharaui tiene todos los ingredientes para tener éxito como Estado independiente. Si los expertos hablan, que algo sabrán al menos, los necios han de abstenerse de propagar y defender la ilegalidad internacional y la sinrazón.
Cuando pase la actual tormenta, que me temo que tardará, el pueblo saharaui seguirá ahí, como ha estado siempre, dando la mejilla por la dignidad, aguantando la injusticia y el ímpetu de la brutalidad del régimen marroquí. Flaco favor hacen esos que a los cuatro vientos siguen insistiendo que Marruecos, con la actual cúpula autocrática, es una apuesta segura y que torpemente desean invertir el trascurso del pasado de la historia, haciéndonos ver que los saharauis, y sus líderes, son ahora los verdugos, y que los propios criminales marroquíes son las víctimas. Humilde es el pueblo saharaui, y el tiempo pondrá a cada uno en su sitio. Los saharauis nunca temimos a la guerra, a los bombardeos, a las violaciones de derechos humanos e incluso al genocidio. Y toda esa pantomima mediática y judicial pronto quedará en agua de borrajas.
Y desde luego, desengáñese, a estas alturas de nuestra lucha como pueblo no vamos a defraudar la historia, por mucho que Zapatero, Rajoy, Moratinos, García Margallo, ABC, La Razón, El País, etc…, edulcoran un régimen chantajista, y un monarca desalmado, lejos de asumir y reconocer que Marruecos es el culpable, porque España es responsable.
*Salamu Hamudi Bachri, es periodista saharaui.

