Discurso El Luali 20 de mayo de 1976

El Luali Mustafa Sayed

Actualizado el sábado, 25 marzo, 2023

“En la celebración del 3er aniversario del inicio de la lucha armada y  días antes de su muerte en combate, Luali se dirigió a los suyos con las palabras de este discurso. Fue una alocución improvisada. sin guión escrito ninguno; palabras, sin embargo, de una sorprendente seguridad y lucidez.”

Ante todo, quiero felicitar a los camaradas que han organizado estos actos para conmemorar el 20 de Mayo.

En esta etapa trascendental e histórica de nuestra lucha. mi agradecimiento también a los hermanos pueblos combatientes y estados progresistas, que han decidido participar con nosotros en este aniversario. Citaré en especial a las delegaciones de la Revolución argelina del 10 de noviembre y de la Revolución libia del 10 de septiembre.

Si hemos dicho que la etapa de nuestra lucha es histórica y, en consecuencia, también la fecha conmemorada, debemos comprender por qué consideramos histórica esta fase, por qué calificamos fiesta y celebración de históricas.

Somos un pueblo como todos los otros pueblos. Más en concreto, uno de los que proceden de la península arábiga: de los que en fases sucesivas pasaron del nomadeo a vivir en poblados agrícolas y, luego, a organizarse según formas políticas más avanzadas hasta la creación de estructuras estatales. Como los de más pueblos islámicos, hemos salido de la península arábiga portando el estandarte del Islam para mostrar a toda la Humanidad un camino más justo, para terminar con la explotación del hombre por otros seres tan mezquinos que no merecen ni siquiera respeto.

Es natural que nosotros padeciéramos todo lo que tuvo que padecer el mundo árabe: la ocupación extranjera de nuestra patria árabe, el colonialismo. Como lo hubo de sufrir África y todo el mundo hoy subdesarrollado. Era la época en la que Europa colonizaba los otros continentes, tanto islámicos como de otras confesiones.

Sobre nuestra Patria se instaló el colonialismo español. Nadie puede ignorar, nunca, y más aún es motivo de orgullo para muchos, el papel que hemos jugado en la lucha contra el colonialismo extranjero que se estableció en la región en la que nos encontramos. Mas aún, se aprovecharon de nuestra participación en la lucha contra el colonialismo extranjero en la región, región en la que las bases de división entre nosotros eran mínimas, en donde siempre nos basamos en nuestro origen, de dónde y por qué hemos venido: la lengua árabe, el Islam y la justicia.

El régimen reaccionario y lacayo marroquí quiso probar que el Sáhara es parte integrante de su reino, o mejor dicho de su “imperio”, por el hecho de que participaramos en la lucha contra el colonialismo francés en el momento de su penetración en Marruecos. Y, en concreto, en la década de los 50. Fue decisiva nuestra participación en el ejército de liberación marroquí ya que sus filas estaban formadas fundamentalmente por hijos del pueblo árabe de Saguía el Hamra y Río de Oro.

El régimen reaccionario y corrompido de Mauritania se ha aprovechado de nuestra participación en la lucha contra el colonialismo francés en primer lugar para escribir la historia, y hay que subrayar bien este punto, del llamado Estado mauritano.

Mauritania dijo que el Sahara, o Saguía el Hamra y Río de Oro, nunca fue estado ni podrá serlo. Ahora nosotros intentamos hacer volver las cosas a su cauce natural, a sus orígenes verdaderos, y hemos de ver quién es en realidad el verdadero Estado y el verdadero pueblo, veremos cual es el Estado artificial que busca nombres para sí mismo, ya el de Estado mauritano, ya el de conjunto mauritano, ya otros nombres tras los que intentar ocultarse.

Hemos participado en la lucha contra el colonialismo francés en Mauritania; incluso ellos mismos, el año pasado, al hablar de su historia citaron personajes que son padres de muchos hombres aquí presentes, padres de muchos muchachos y de muchas mujeres aquí presentes también. Son personajes con los que Mauritania ha querido escribir su historia, personajes procedentes de Saguía el Hamra y Río de Oro, de sus raíces y sus venas, por lo general combatientes por la liberación de Saguía el Hamra y Río de Oro.

No queremos aquí justificar la existencia de un pueblo en Saguía el Hamra y Río de Oro, un pueblo puramente árabe, que tiene sus bases y sus principios, una organización, una política y unos objetivos por los que este pueblo siempre se ha sacrificado, y no sólo en Saguía el Hamra sino en toda la región en donde nos encontramos. Esto está claro, es indudable y no tiene ninguna ambigüedad; y la historia está ahí, la historia del futuro que probará al mundo entero, y de una manera muy precisa, que somos un pueblo organizado, que tiene sus principios y sus objetivos, un pueblo humano y avanzado, un pueblo justo y que defiende la justicia.

Hemos resistido frente al colonialismo francés. Sería pesado aquí remontar la Historia, repasarla capítulo a capítulo, año por año… pero no pasa un día en Saguía el Hamra y Río de Oro sin que podamos citar acontecimientos por este pueblo protagonizados y que quedarán escritos en su Historia.

Si el 20 de Mayo ha sido comprendido y asimilado y si la Revolución popular que estalló en este 20 de mayo ha sido comprendida, debemos echar luz, y esto es muy importante para nosotros, sobre: ¿cuáles eran las circunstancias del 20 de mayo de 1973 y las del 20 de mayo de 1976? ¿Cuáles son las circunstancias internas de Saguía el Hamra y Río de Oro el 20 de mayo de 1973, las circunstancias en la región y las de la situación internacional?

En lo referente a Saguía el Hamra y Río de Oro, podemos abordarlo con brevedad puesto que lo conocemos mejor, está comprendido por nosotros. Un siglo de colonialismo y un régimen reaccionario que durante más de una década coexistió con él, tuvieron siempre el mismo objetivo: eliminar el carácter de “pueblo” del pueblo árabe de Saguía el Hamra y Río de Oro. Fue por esto por lo que hemos sido divididos en múltiples nacionalidades, por lo que nos dividieron en varias tribus y dividieron la tribu en distintas ramas y dividieron a la familia en diferentes tendencias. Estas son las circunstancias del 73. De igual forma destrozaron nuestros bienes nacionales y nuestras riquezas: más del 75 por ciento de las enormes riquezas ganaderas que teníamos fueron destruidas durante la guerra del 56 al 59, reduciéndonos a un pueblo sin bienes ni posesiones. Cuando llegamos al mundo urbano, lo encontramos en manos de extranjeros que trabajaban para convertirnos en un pueblo de mendigos que invocara la generosidad de las autoridades extranjeras. Éramos entonces, en 1973, un pueblo hecho jirones a la fuerza, hay que subrayarlo, y todo contra nuestra voluntad. Fuimos obligados a mendigar, pero la mendicidad nunca había formado parte de nuestras costumbres. Somos un pueblo generoso, venido de lejos y que se sacrificó durante muchos años no tan sólo por la adquisición de futilidades sino, sobre todo, por principios sagrados comunes a la Humanidad entera.

La Revolución del 20 de mayo, en suma, desencadenó un pueblo dividido por fuerza, obligado a la mendicidad, obligado a invocar a otros, obligado al retraso mental, al atraso económico y, más aún, al retraso cultural y al retraso en su propia organización también.

La Revolución del 20 de mayo se desencadenaba igualmente en una región que se caracterizaba por la confusión de las opiniones y del análisis. Una región en la que el progresista y el reaccionario se sentaban sobre la misma silla, bebían en el mismo vaso y, quizá, firmaban sobre la misma hoja de papel. Es necesario decir aquí que en la zona había confusionismo respecto a las tendencias progresistas, y que había una suerte de intento de liderazgo por parte de la reacción, aunque una reacción aún oculta que se destacaba entonces por sus apariencias liberales, reformistas, motivadas por conseguir con ello ciertos intereses… Esta es la situación en la región.

El contexto internacional en el 73 se caracterizaba por la caliente situación en Vietnam, en Indochina. 1973 se caracterizaba igualmente por la caliente situación en el mundo árabe. 1973 también es el año del apogeo de la coexistencia pacífica entre las fuerzas dirigentes del mundo imperialista y las fuerzas dirigentes del mundo socialista. En realidad, hay en 1973 un aspecto que hay que subrayar y del que aún sufrimos sus consecuencias. 1973 fue el año en el que el imperialismo preparó un muy bien elaborado plan para fortalecer su presencia en el mundo árabe, y se aprovechó de la sagrada guerra del Ramadán, guerra declarada por los pueblos árabes y por la que estos sacrificaron todo, inclusive su sangre, para imponer la derrota a la fortaleza del imperialismo en el Oriente Medio. Israel. En esta guerra, protagonizada por los pueblos, el imperialismo fue inteligente al ceder sus frutos a los regímenes reaccionarios a fin de encumbrarlos al liderazgo del campo árabe.

Hemos dicho que desde este punto aún hoy sufrimos sus consecuencias. ¿Por qué? Porque, para un observador normal, el frente reaccionario se destaca en posición de fuerza en la región o en el campo árabe.

En el 73 también hubo otro aspecto para el imperialismo, y fue la importancia de las regiones del petróleo, para él algo esencial e incluso tan vital que estuvo decidido a desencadenar una guerra de agresión descarada e injustificable. El imperialismo ya había anunciado su postura en el 73.

1973 fue también el año en que el imperialismo comenzó a interesarse por la importancia de África, para compensar sus pérdidas en Indochina con nuevas adquisiciones en nuestro continente. En 1973, cuando iniciamos nuestra Revolución popular, la estrategia imperialista estaba dirigida en dirección hacia la Patria árabe. Entonces, por fuerza, las dificultades iban a ser diferentes y numerosas, iban a ser diferentes y numerosas,… pero aún y así, a pesar de las circunstancias, en el interior del país nada nos impidió desencadenar nuestra revolución para liberar a Saguía el Hamra y Río de Oro.

Sabíamos perfectamente que no podía haber ninguna transformación sin antes una transformación general en la región. Saguía el Hamra y Río de Oro no puede ser independiente y permanecer Marruecos colonizado. Saguía el Hamra y Río de Oro no puede ser independiente y permanecer Mauritania colonizada. Saguía el Hamra y Río de Oro no puede ser independiente mientras Túnez esté todavía colonizada, y aquí hablamos del nuevo tipo del neocolonialismo. Las cosas deben quedar claras: Saguía el Hamra y Río de Oro no obtendrá su independencia sin que haya antes una revolución violenta en la región que opere una transformación radical, edificada sobre bases revolucionarias capaces de enfrentarse a los planes imperialistas dirigidos contra la región en donde se encuentra Saguía el Hamra y Río de Oro.

Es posible que algunos se pregunten: ¿por qué hemos desencadenado la Revolución del 20 de Mayo de 1973 y cuáles son las bases que nos garantizan el futuro y la victoria? La Revolución de Saguía el Hamra y Río de Oro se inició basándose en algo que ineludiblemente iba a cumplirse en el futuro y no sobre algo que ya existiera en aquel momento.

La Revolución se inició porque existe un pueblo. Este pueblo tiene su propia identidad, su civilización, sus propias ideas y sus estructuras organizativas. Este pueblo existirá siempre a pesar de los planes del colonialismo español y de los imperialistas, a pesar de las diversas naciones y tribus. Creo que con respecto a esto en estos momentos no se necesita de más explicaciones.

Un segundo factor que ha impulsado el estallido de la Revolución de Saguía el Hamra y Río de Oro es la postura de la Revolución del 19 de septiembre, adoptada por su líder Moamar el Gaddafi durante su visita a Mauritania. Nuestros hermanos vieron entonces el momento oportuno para iniciar el desencadenamiento de la Revolución. Es, igualmente, la fuerza revolucionaria existente en Argelia -Argelia, pueblo de un millón y medio de mártires- y en ningún momento dudamos de su valiente postura. Creemos en esto lo mismo que creemos en la existencia de Dios y en la existencia de este sol ahora… ¿Por qué? Porque ahí hay un pueblo que luchó a lo largo de diez décadas, un pueblo cuya dirección organizó su revolución en las cimas de las montañas: y quien organizó la Revolución de 1954 es quien la dirigió después de 1954. a pesar de las dificultades y pudo conseguir la victoria, no solamente contra Francia sino sobre todas las fuerzas imperialistas, incluso la Alianza Atlántica, y llegó hasta la independencia. Esta Revolución en ningún caso puede dejar de ser una revolución ni la dirección puede dejar de ser una dirección revolucionaria.

Importa muy poco los papeles firmados por los que nosotros llamamos en nuestro proverbio “El Sultán y el Diablo”, por el rey lacayo y colaborador del imperialismo y el presidente revolucionario, desde 1969… firmados por el rey diablo, rey Faraón. y el presidente revolucionario…. hasta comienzos de 1973, y creo que el encuentro en Agadir tuvo lugar en esa fecha. De todas maneras, Argelia fue desde entonces una base revolucionaria, con una dirección verdaderamente revolucionaria.

Es cierto que estos factores eran fundamentales por este lado, desde luego, nunca nos hemos inquietado. La revolución libia es fiel a la postura que tomó entre 1971 y 1972. Argelia es el país de la Revolución y su dirección es una dirección revolucionaria. Estas son realidades que existen y que vivimos a diario.

Habíamos contado con otro factor, pero ahí, por desgracia, nuestras esperanzas se han frustrado. Y si es verdad que esto ha durado un determinado tiempo, no será para siempre. Este punto se refería a las organizaciones progresistas populares en Mauritania, Marruecos y en Túnez. Estábamos convencidos de que estas organizaciones iban a tomar las armas-partiendo de una visión clara, la visión de la unidad de los pueblos, unidad que precisa de la opinión y consulta de cada pueblo, de su voluntad sin mistificación, camuflaje, opresión ni violencia, a fin de llegar a una unidad de principios en el Magreb árabe de donde hubiera de surgir la antorcha de la ineludible unidad árabe.

Las organizaciones revolucionarias en Marruecos han sido domesticadas por el régimen de su país. Los líderes de la revolución han arrojado a las masas en los brazos del rey marroquí para apoyar y consolidar su invasión de Saguía el Hamra y Río de Oro, para apoyar la expulsión de todo un pueblo de su Patria, para consolidar la ocupación del país de un pueblo obligado a vivir en el exilio, para facilitar la muerte de los hijos de las clases proletarias en Marruecos y apuntalar una guerra de carácter inhumano, ni religiosa ni civilizada ni tampoco nacional. A estos líderes no somos nosotros los únicos que les estamos dando continuamente bofetadas.

Ya hemos dicho, desde la primera vez, que sólo cuenta para nosotros una cosa: la sangre inocente; la sangre inocente que ha sido derramada por la justicia, la sangre inocente de los que sobre su tierra la derramaron por una causa justa, una causa civilizada y una causa humanitaria, con el fin de afirmar y confirmar los derechos que todo el mundo ha reconocido y que la Historia reconoce en sus capítulos, en cada uno de sus párrafos y de sus páginas, aún cuando quieran destruir esa Historia, falsificarla, y propagar que ni siquiera somos un pueblo.

Pero estos líderes reciben hoy las bofetadas de todos los regímenes revolucionarios del mundo. Tan sólo anteayer Abderrahman Buabeid fue expulsado de Suecia. ¿Por qué? Porque quiso otorgar la legitimidad a una guerra salvaje e injusta, una guerra que toma el mismo camino que las guerras nazis y fascistas. Cuando analizamos los motivos y razones del Rey y cuando hojeamos la historia de Hitler, nos encontramos con los mismos motivos que para la invasión de Polonia, las mismas razones para afirmar la superioridad del elemento germano en Alemania, en Europa y en todo el mundo, las mismas razones y objetivos, las mismas alienaciones, las mismas ilusiones, las mismas ideas y los mismos slogans. El Rey de Marruecos es el otro Hitler del siglo XX, el Rey de Marruecos es el Hitler de la década del 70. Suecia, entonces, los pueblos progresistas, los regímenes revolucionarios, no ignoran ni pueden ignorar la naturaleza de la guerra que se desarrolla en Saguía el Hamra y Río de Oro.

De todas las maneras, estamos expulsados de nuestra Patria; nos encontramos en este territorio, al menos en lo que se refiere a la mayoría de nuestras mujeres y de nuestros hijos, puesto que la mayor parte de nuestros hombres están en Aaiún, en Smara, en Amgala y en Guelta; la mayoría está en Wadam, en Chinguetti, en Zuerat y en Bir Mugrein; la mayoría de nuestros hombres está en Akka, en Tata, en Um Lahsen, en Tah, en Lemseyed, en Abattih y en Tarfaya; la mayoría de nuestros hombres está en Farsia, en Chederia y en Hausa. Una parte ha sido expulsada de sus casas; la otra, sin embargo, se ha quedado para afirmar al mundo que el pueblo árabe de Saguía el Hamra y Río de Oro siempre se ha sacrificado a lo largo de su historia por el honor, por el progreso de los pueblos de la región; y que hoy más que nunca está decidido a sacrificarse no sólo por el retorno de sus mujeres y de sus hijos a Aaiún, a Smara o a Dajla, sino también, y sobre todo, por la prosperidad de los pueblos del Magreb árabe, para imponer la soberanía de los pueblos del Magreb árabe, para aniquilar los focos y los regímenes reaccionarios podridos que están al norte y al sur de nuestro país y en Túnez. Esto es una realidad para nosotros.

Combatimos a los soldados embaucados por el régimen del Rey en Marruecos. Combatimos a los soldados embaucados por Mojtar Uld Daddah, que ha vendido su sangre al régimen reaccionario marroquí a fin de hacer feliz al Rey, a su familia y a su Corte. Las personalidades de Mauritania han sido los introductores de la Francia que los había educado bajo su tutela, y están dispuestos a vender, en todo momento, la Patria mauritana y al pueblo mauritano. Se lo hemos dicho anteriormente, en 1975, al pueblo mauritano y al mismo régimen mauritano. Le hemos dicho que temíamos que vendieran su patria puesto que tenían grandes ansias de hacerlo, puesto que no poseían ningún auténtico sentimiento nacionalista, que es necesario forjar en una larga marcha de sacrificios.

Pensamos que el combate que llevamos a cabo contra los regímenes reaccionarios en Marruecos y Mauritania, es una ocasión de oro para el pueblo árabe marroquí y mauritano, para que empuñen las armas y vengan a nuestro lado, todos unidos, para cambiar los regímenes reaccionarios instalados en la región, a fin de imponer en ella la coherencia reclamada hasta la saciedad por la palabra del Presidente Houari Boumediane. A este propósito, no olvidemos que hemos llegado a la certeza de que la tierra argelina, tierra de la revolución, será siempre una tierra revolucionaria, lo mismo que la dirección argelina seguirá siendo siempre revolucionaria. He aquí que hoy estamos viviendo la idea que declarara Argelia, cuna de la revolución, la idea del Magreb de los pueblos, de la unidad de los pueblos.

A partir de aquí, entonces, comienza el 20 de Mayo del 76 como etapa decisiva e histórica no sólo de nuestra historia, de la historia de toda la región o de la nación árabe, sino también de la historia de la Humanidad entera.

La lucha, hoy, es entre el pueblo de Saguía el Hamra y Río de Oro y los regímenes de la invasión y de la ocupación dirigidos por Marruecos y Mauritania. La lucha que se desarrolla en la región es una lucha entre las fuerzas progresistas y las fuerzas reaccionarias de la región; es una lucha entre los combatientes de los pueblos del Magreb árabe y los explotadores de los pueblos del mismo, la lucha de las direcciones revolucionarias argelina y libia contra las direcciones reaccionarias marroquí, mauritana y tunecina. La lucha en el Magreb árabe, por lo tanto, es una lucha entre los promotores de la esclavitud y la explotación, lacayos de las fuerzas imperialistas extranjeras, y los nacionalistas que proceden y emanan de la base popular y que luchan por los intereses de la base popular.

Con respecto a la nación árabe, es una lucha entre las fuerzas reaccionarias árabes y las fuerzas progresistas árabes, es una lucha entre los regímenes revolucionarios argelino y libio y la revolución popular de Saguía el Hamra y Río de Oro, por una parte, y los regímenes reaccionarios desperdigados por el mundo árabe, por otra. A nivel mundial es una lucha entre las fuerzas revolucionarias y las fuerzas imperialistas, entre los partidarios de las tendencias nacionalistas, por una parte, y los promotores de la explotación y del monopolio, por otra; entre regímenes colonialistas y regímenes progresistas revolucionarios. Está claro, entonces, que Saguía el Hamra y Río de Oro no es más que un frente de combate entre las tendencias progresistas y las tendencias revolucionarias, entre regímenes progresistas y regímenes reaccionarios

La causa del pueblo de Saguía el Hamra y Río de Oro es una causa justa y legítima. Todas las organizaciones internacionales reconocen a este pueblo árabe su derecho a la autodeterminación y a la independencia, mediante su libre voluntad expresada sin condicionamientos ni violencia. Las resoluciones de la O.N.U. son claras: las de la O.U.A. son también claras: las decisiones del grupo de los No-Alineados son claras, el dictamen del Tribunal Internacional de Justicia está claro, el informe de la misión visitadora de la O.N.U. está más que claro también; el informe de Rydbeck está claro. El resultado, entonces, consecuencia de esta realidad, es el cinismo de los regímenes marroquí y mauritano que han decidido oficialmente no sólo no respetar, sino desafiar a las organizaciones internacionales y a los grupos internacionales creados por la Humanidad en el transcurso de una larga marcha de miseria, de tragedia y de muerte.

Nosotros no ignoramos las circunstancias en las que se ha constituido la O.N.U. Exactamente, fue después de la 2a Guerra Mundial, durante la cual la Humanidad perdió mucho, mucho, muchísimo, y sufrió demasiado. Hitler había destruido la Sociedad de las Naciones que el mundo había constituido después de la 19 Guerra Mundial. Entre los que combaten a las organizaciones y grupos internacionales hoy, e intentan conducir a la Humanidad de nuevo a la miseria, está el régimen lacayo de Marruecos que ha rehusado respetar las resoluciones, principios y Carta de la O.N.U., que incluso declaró una guerra abierta a la O.N.U. al decidir no recibir ni aceptar al Sr. Rydbeck, enviado de su Secretario General

Somos un pueblo en el exilio, un pueblo expulsado de sus hogares. Somos un pueblo que ha proclamado que España, una vez terminada su responsabilidad en Saguía el Hamra y Río de Oro, demostró su infamia y su vileza y se convirtió en materialización del colonialismo en su verdadera forma y sentido, colonialismo que sacrifica a los pueblos a fin de vender su sangre en el mercado, que una vez reconocida su derrota vende sus pueblos a otras fuerzas colonialistas y reaccionarias. Esto es lo que sucedió con el acuerdo de Madrid. España se vendió. Convencida de que no podía seguir en Saguía el Hamra y Río de Oro buscó en el mercado “un cliente”, un régimen reaccionario muy conocido por su servilismo al imperialismo, a fin de venderle esta tierra y este pueblo, éste, eran los regímenes marroquí y mauritano. En febrero finalizó la presencia de la potencia colonizadora en Saguía el Hamra y Río de Oro, y en febrero el pueblo árabe de Saguía el Hamra y Río de Oro demostró que es un pueblo organizado. civilizado. comprensivo, un pueblo que no acepta el desorden, un pueblo que sabe comprender la lógica y la legitimidad mundial; que mostró su coherencia y cohesión y proclamó la República Árabe Saharaui Democrática conforme con las resoluciones de las Naciones Unidas, la O.U.A., el Grupo de No Alineados, el Informe de la Misión visitadora de la ONU. y el Informe Consultivo del Tribunal Internacional de Justicia.

Está claro que la decisión del pueblo árabe de Saguía el Hamra y Río de Oro no puede ser calificada de gestión de desorden, no puede ser tachada de ilegítima; muy al contrario, emana de principios básicos que dejan a cada ser humano su derecho de decidir su suerte por sí mismo, lejos de toda presión, de toda opresión y de toda violencia.

Nuestro Estado ha sido reconocido por algunos Estados progresistas y por diversas tendencias humanitarias mundiales. Nuestro Estado goza, hoy, de gran simpatía en el mundo. Hemos dicho, dijo la prensa y el mundo, que el pueblo sueco expulsó al portacarteras del Rey que apoyaba el derramamiento de sangre de inocentes que tienen el mismo origen y que tienen la misma religión, que apoyaba la agresión y la expulsión de sus hogares de inocentes para imponerles la vida en el desierto, en La Hamada, sin tiendas, sin alimentos, ni agua ni nada… Este señor portacarteras ha sido expulsado por el pueblo sueco, lo que quiere decir que la causa del pueblo árabe del Sáhara y la República Arabe Saharaui Democrática goza de mucha simpatía y gozará de muchísima más. ¿Por qué? Porque estamos al lado del derecho, somos partidarios de la justicia, no somos cobardes ni infames, somos valientes que creemos en una sola cosa… Si quieres tu derecho, debes sacrificar tu sangre y debes sacrificar todo por todo, todo por una cosa: tu dignidad.

Somos un Estado y un pueblo en exilio, a partir de aquí, decimos que el 20 de Mayo del 76 es un momento histórico decisivo. Las preguntas que se nos plantean ahora son las siguientes: Consentiremos el exilio hasta el infinito? ¡Hasta qué límite consentirán nuestros amigos, nuestros aliados, los revolucionarios y los regímenes progresistas, nuestro exilio? ¿Hasta qué límite consentirán nuestros amigos, nuestros aliados los revolucionarios y los regímenes progresistas, la presencia de los regímenes reaccionarios en Marruecos, en Mauritania, en Túnez y en otras zonas de la Patria Arabe? O hasta qué límite quedará relativamente retrasado, sin llegar a un verdadero enfrentamiento y sin llegar a la fase final, el empuñar las armas para limpiar la región de regímenes por los que se aplaza la imposición del Magreb de los pueblos, para aniquilar los regímenes reaccionarios e imponer la Unidad Árabe?

Hemos dicho que nuestra presencia en el exilio ha de ser lo más corta posible y habéis visto que hemos ido muy deprisa por este camino. Durante seis meses demostramos al régimen marroquí, el cual mostraba sus fuerzas en la región, que no es posible la consecución de un rápido éxito en Saguía el Hamra y Río de Oro, que no es posible tomar el té en el Aaiun ni celebrar las fiestas del trono corrompido, construido sobre sangre inocente, sobre la tragedia de millones de proletarios, sobre la repartición de las riquezas nacionales con las fuerzas imperialistas y sobre la organización de ejércitos, ejércitos de mercenarios internacionales, para defenderse de las masas.

Aunque ese régimen no quiere aceptar que es imposible conseguir el éxito, como hemos dicho, y que la guerra no se limita a Saguía el Hamra y Río de Oro, habeis visto que han salido de Bir Lehlu sin guerra y que, tras un plazo corto, también sin guerra dejarán Mahbes, Tifariti está libre, ocupado por nosotros sin lucha, de el Farsia también salieron. Nosotros llevamos la guerra hasta el interior de sus territorios y les decimos que nuestra fuerza no se limita a la defensa o a la guerra en el interior de Saguía el Hamra y Río de Oro tan sólo, sino que nuestra fuerza existe y es capaz de llevar la llama de la revolución hasta el interior de sus casas. Nuestra fuerza existe y es capaz de enfrentarse a la fuerza reaccionaria en sus fortificaciones más fortificadas. Nuestra fuerza existe y es capaz de golpear en las bases de retaguardia que hay en Lebuerat, Abattih y Tan-Tan. Nuestra fuerza propia será capaz mañana y pasado mañana de llegar hasta Agadir y también hasta Casablanca.

Estamos dispuestos a asumir nuestras responsabilidades para salvar al pueblo árabe en Marruecos. No esperamos ni esperaremos nada de él a cambio por acabar con su régimen reaccionario, el mismo que se volvió contra ese pueblo en las matanza del Rif en 1958, en Casablanca en 1965, en Kenitra en 1972. No esperamos nada a cambio de nadie; la Historia atestigua que somos nobles y generosos y nunca nos convertiremos en una fuerza hambrienta, en un pueblo hambriento; y nunca nos convertiremos en una fuerza que aprovecha los puntos débiles de un pueblo, sea el que sea. Nosotros nos sacrificamos por ellos y estamos dispuestos a unirnos con ellos en el contexto del Magreb de los pueblos. Estamos dispuestos a ofrecerles nuestras armas para combatir por la felicidad de sus hijos, por la felicidad de las clases proletarias en el Magreb Estamos dispuestos a ofrecerles nuestras bases de retaguardia, estamos dispuestos a brindarles nuestra capacidad de lucha. dispuestos a llevarla hasta Casablanca, Rabat, Fez y Meknes, hasta cualquier parte del territorio y combatir allí con ellos.

Y la prueba, la prueba de que nuestro pueblo es capaz, la prueba de que nuestro ejército es capaz, la prueba de que somos una fuerza capaz es el hecho de que sólo en el plazo de seis meses los medios con los que nos movemos se los hemos arrebatado de sus manos; arrebatado de sus manos porque son regímenes cobardes y porque los elementos de sus ejércitos son movilizados a la fuerza, no creen en la guerra ni tienen ningún interés en la matanza de un pueblo árabe con quien comparten arabismo e Islam y a quien fue impuesta la expulsión y la muerte a diario.

De todos modos, en un diminuto campamento perdemos cada día a más de una persona, cada día nos enfrentamos a la muerte en el campamento y en la guerra: y a pesar de ello no somos cobardes y estamos dispuestos a ofrecer más. La etapa para nosotros es decisiva, somos un pueblo en el exilio, un Estado en exilio, pero no aceptamos este exilio indefinidamente. Hemos declarado al mundo que somos un pueblo que combate por el retorno a su patria y no un pueblo que pide, que pide tiendas, que pide harina, que pide alimentos.

Estamos convencidos, igualmente, de que los regímenes revolucionarios no aceptarán a su lado un régimen reaccionario. Estos regímenes revolucionarios se sacrificaron ayer por los pueblos y están dispuestos hoy también al sacrificio por su salvación. En este contexto, desde 1969 habéis escuchado la idea de la Revolución del 19 de septiembre de Libia y habéis visto su postura con respecto a la Unidad Árabe y sus ideales con respecto a las causas justas en el mundo. Este ano visteis la línea clara al respecto del gobierno revolucionario de Argelia y del pueblo argelino: no a la existencia de regímenes reaccionarios en la región, no a lo negro y a lo blanco, no a lo rojo y a lo negro en ella, sí al único color, sí al Magreb de los pueblos, sí a la unidad de los pueblos.

Y ahora la Carta Nacional argelina, con fuerza y profundidad, con la voluntad de las clases proletarias, hace especial hincapié en la construcción del Magreb de los pueblos, en la expulsión de las ideas fascistas para imponer la idea del Magreb de los pueblos. La claridad amaneció clara, el tema está claro entonces, y también lo están las posturas existentes en la región. Plenamente conscientes somos de que los regímenes reaccionarios no se eliminan con la paz, sino con la guerra, la guerra popular; de que la imposición del Magreb de los pueblos no es admitida por el imperialismo, y de que la construcción de constituciones revolucionarias tampoco es admitida por el imperialismo y por los regímenes reaccionarios. La guerra es inevitable.

Sin embargo, la guerra se decidirá a favor de la justicia, se inclinará del lado de los pueblos, al lado de las fuerzas revolucionarias, al lado de las orientaciones revolucionarias.

¡Abajo los regímenes reaccionarios! Gracias.

En este artículo se ha hablado de:

Resumen
Discurso El Luali 20 de mayo de 1976
Título
Discurso El Luali 20 de mayo de 1976
Descripción
En la celebración del 3er aniversario del inicio de la lucha armada y  días antes de su muerte en combate, Luali se dirigió a los suyos con las palabras de este discurso. Fue una alocución improvisada. sin guión escrito ninguno; palabras, sin embargo, de una sorprendente seguridad y lucidez.
Autor
Publicado por
saharaoccidental. es
Logo

Artículos relacionados

¿Nos ayudas a difundir el artículo?

¿Quieres suscribirte a nuestra lista de correo?

Generic selectors
Exact matches only
Search in title
Search in content
Post Categoría Selectors
Search in posts
Search in pages
Ir al contenido